Jornada Mundial de los Pobres: De la comunión de la Eucaristía a la mesa de la fraternidad
Este último Domingo antes de la Festividad de Cristo Rey, celebramos la VII Jornada Mundial de los Pobres, que este año nos hace una invitación personal y comunitaria: «No apartes tu rostro del pobre». Se trata de una cita que nos llama a vivir el Evangelio poniendo a los pobres en el centro, algo que en la Comunidad de Sant’Egidio vivimos cada día.
Después de una preciosa Eucaristía, presidida por el arzobispo emérito de Madrid, cardenal Carlos Osoro, seguimos la tradición que venimos teniendo desde que se instauró esta jornada en 2016: compartir el pan de la amistad fraterna después de la comunión de la Eucaristía.
Precisamente en su mensaje para la VII Jornada Mundial de los Pobres, el Papa Francisco hace esta misma invitación: compartir el almuerzo dominical con los pobres después de haber compartido la Mesa eucarística.
La Eucaristía celebrada sería realmente criterio de comunión. Por otra parte, si en torno al altar somos conscientes de que todos somos hermanos y hermanas, ¡cuánto más visible sería esta fraternidad compartiendo la comida festiva con quien carece de lo necesario!
Este año 2023, celebramos nuestro tradicional almuerzo con amigos de la calle (personas sin hogar), refugiados, migrantes, ancianos, niños, familias de las Escuelas de la Paz y todo el pueblo de Sant’Egidio reunido en la Casa Fratelli Tutti convencidos de que la amistad crece cuanto más se comparte y puede ser un signo para nuestra ciudad.
En su homilía durante la Eucaristía, el cardenal Osoro destacó que la medida de nuestra vida está en cuánto somos capaces de amar a nuestros semejantes, especialmente si están pasando necesidad.
Hoy estamos frente a la decisión de nuestra vida. ¿Qué hemos hecho con los necesitados, con los sin techo, los encarcelados, los refugiados o con quienes no tienen trabajo? El Señor nos invita a participar de su plenitud, de la construcción del Reino poniendo a los pobres en el centro y con la capacidad de amar de forma concreta a nuestro prójimo.
Un signo de ese «amor concreto» que transforma la vida de quien está en la pobreza o se siente solo, puede resumirse en las palabras de un amigo de la Comunidad que participó hoy en este almuerzo fraterno: «No os imagináis el bien que me hacéis».
