29-NOV | Mario Flores, ex condenado a muerte durante 20 años, compartirá su testimonio en la Jornada Ciudades por la Vida en Madrid
Aunque pasó 20 años en el Corredor de la Muerte en Estados Unidos, bien podría decirse que Mario Flores Urban tiene muchas vidas. De joven promesa de los clavados y adolescente prodigio a ser condenado por un crimen que no cometió: la muerte de un pandillero. A lo largo de esas dos décadas este hijo de migrantes mexicanos estuvo varias veces a punto de ser ejecutado por inyección letal, pero él se aferró a la vida y la vida no le abandonó.
Pese a estar buena parte de su vida encerrado en una celda diminuta, afirma haber encontrado allí la libertad. Fue precisamente en esa celda de máxima seguridad donde descubrió su pasión por la pintura y estudió derecho por correspondencia, lo que le permitió demostrar su inocencia y poner en evidencia que muchos condenados a muerte en Chicago, Illinois, entre los que se contaban muchos migrantes mexicanos, también eran inocentes. Después una larga batalla legal, el gobernador del Estado aprobó una moratoria que suspendió las ejecuciones, le concedió el indulto y la posibilidad de volver a México.
Paradójicamente esas dos décadas injustamente encerrado le han convertido en lo que es hoy: un mensajero de esperanza y resiliencia, un luchador contra la pena de muerte y un defensor de los derechos humanos de las personas migrantes.
El próximo viernes 29 de noviembre Mario Flores Urban compartirá su testimonio en la Jornada Mundial Ciudades por la Vida, que cada año organiza la Comunidad de Sant’Egidio y el Movimiento Jóvenes por la Paz por un mundo libre de pena de muerte. Participará a las 12h en un diálogo con estudiantes de la Universidad CSEU La Salle Aravaca, con presencia del Embajador en Misión Especial para Derechos Humanos, Democracia y Estado de Derecho, Alberto Cerezo Sobrino, del Ministerio de Asuntos Exteriores.
Por la tarde, a las 19h en la Iglesia Nuestra Señora de las Maravillas mantendrá un coloquio con miembros del Movimiento Jóvenes por la Paz de la Comunidad de Sant’Egidio, con acceso libre hasta completar aforo. Después de su testimonio, concluiremos con una oración común por todos los condenados a muerte y por un mundo libre de este castigo perverso e injusto.
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