«Vidas que salvan otras vidas». La Revista Ecclesia recoge la experiencia de Sant’Egidio en pandemia y durante ‘Filomena’
Vidas que se entregan a los demás, en pandemia, con temperaturas extremas, en las camas de los hospitales, o en las celdas de los presos y en tantos otros sitios de dolor. «Rostros de mirar samaritano» que retrata Carlos González García en el último número de la Revista Ecclesia, con el título «Vidas que salvan vidas» y que recoge el testimonio de la Comunidad de Sant’Egidio durante la pandemia y en la reciente borrasca Filomena y la ola de frío.
El testimonio de la responsable de la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid, Tíscar Espigares da cuenta del «silencio desnudo de la pobreza», que golpea con fuerza a quien vive en la calle y repentinamente ve cómo se llena de nieve el cartón y las sábanas con las que se tapa. Les golpea cuando hay que quedarse en casa y no pueden hacerlo simplemente porque no la tienen.
«Sant’Egidio ha vivido este tiempo de inquietud y sufrimiento a pie de calle, con aquellos que no podían quedarse en casa porque solo tienen un puente, un cajero o un cartón deonde habitar su tristeza», destaca el artículo.
«Respetando las normas y restricciones, teníamos que pensar en los que estaban (y están) más desprotegidos. Aumentamos las veces en que dábamos alimentos y junto a las cenas de cada día, les dábamos mascarillas, geles hidroalcohólicos, jabones… todo lo que pudiera servir para que estuvieran más limpios y protegidos contra la pandemia», relata Espigares.
Cuando hay cariño, nace una creatividad que te hace encontrar respuestas. Nosotros nos negamos a decir «no se puede» y no dejamos de pensar en ellos. Redoblamos horas, mantas, cenas, etc.
«Dios me alimenta a través de vuestras manos»
Decía Pablo VI que toda la Tradicióin de la Iglesia reconoce en los pobres el sacramento de Cristo, porque «cada hombre doliente, hambriento, enfrermo, necesitado de compasión y ayuda es Él, como si Él mismo fuese ese infeliz, según el humanismo de Cristo.
Los pobres son sacramento y no podemos entender el Evangelio fuera de su presencia… Dios estaba y está en ellos. Mirando a los ojos de los pobres encuentras al Señor, como bien dice el Evangelio…»cuanto hicisteis con uno de estos a mi me lo hicisteis..»
Frases de amigos de la calle que aún resuenan en nuestra memoria y nuestros corazones: «Dios me alimenta a través de vuestras manos» o «sin vuestro cariño no podría vivir», sueño con vosotros aún cuando estoy despierto». ¡Cuánta humanidad se esconde en la vida de estas personas que la gente desprecia! afirma Espigares.
Él se ha hecho carne para atravesar la pandemia a nuestro lado
Lo peor de este virus sería que no nos haya servido para aprender algo. La gran lección que tenemos que aprender es que estamos todos en la misma barca y que no podemos vivir a espaldas del dolor de los demás, porque son nuestros hermanos.
Lo son, insiste Espigares, con las manos abiertas y los ojos colmados de pasión, aunque no queramos verlo o aceptarlo, por la responsabilidad que esto conlleva. Pero mi bienestar, mi salud y mi felicidad depende de los otros.
Ahora estamos viviendo una noche muy larga, muy dura, muy difícil, pero aún en medio de la tiniebla más espesa la presencia de un cristiano es una luz que puede iluminar hasta lo más oscuro. Y en esta pandemia, en esta noche oscura, la Pascua va a iluminarnos, porque Él está con nosotrosen la barca, se ha hecho carne para atravesar esta prueba a nuestro lado , sufriendo y viviendo con nosotros hasta llevarnos a la resurrección.
Encuentra el reportaje completo «Vidas que salvan vidas» en el número de la Revista Ecclesia