Producción local de mascarillas y educación sanitaria para luchar contra el coronavirus en África
Mozambique es uno de los países de África donde la Comunidad de Sant’Egidio ha logrado la producción local de mascarillas a gran escala para distribuir entre los grupos más vulnerables. También se realiza una labor de educación para prevenir contagio.
La propagación del COVID-19 en África es un tema de gran preocupación ante la debilidad de los sistemas sanitarios, la escacez de material de protección y la dificultad de cumplir con las medidas de ailsamiento social a causa de la pobreza y la gran dependencia de la economía informal.
En Mozambique, desde la llegada de la pandemia han faltado mascarillas protectoras, con frecuencia también para el personal sanitario. La Comunidad de Sant’Egidio se ha activado de forma inmediata, ya hace más de un mes produce y distribuye mascarillas de tela que se fabrican localmente.
En Matola, en las instalaciones del Centro Nutricional, voluntarios del Programa DREAM y del movimiento Jóvenes por la Paz de Sant’Egidio se han unido para producir localmente la mayor cantidad de mascarillas para su posterior distribución entre enfermos de SIDA, niños de la calle y ancianos. Lo mismo sucede en Beira, Nampula y Quelimane.
La noticia se ha extendido y cada vez llegan más peticiones de mascarillas, mientras que las autoridades de salud de Matola también solicitaron la colaboración de Sant’Egidio para aprender a producirlas con seguridad y distribuirlas posteriormente en los hospitales aledaños.
Voluntarios de Sant’Egidio están enseñando y explicando las buenas prácticas a las autoridades sanitarias y a las asociaciones locales para la producción segura y distribución efectiva de mascarillas para ayudar a frenar la propagación de la enfermedad, especialmente entre los grupos más vulnerables.
Empresas locales han donado materiales y máquinas de coser, lo que ha permitido aumentar considerablemente la producción. Hasta hace unos días, en Beira, se producían 150 mascarillas al día, número que se ha multiplicado gracias a las máquinas de coser y a las personas que dedican extensas jornadas a producirlas. Se espera que en poco tiempo se alcancen a producir unas 1,500 mascarillas al día.
Una vez producidas, las mascarillas se distribuyen entre población vulnerable, como los ancianos a quienes Sant’Egidio reconstruyó la casa después del ciclón Idai; a los centros del programa «BRAVO», donde se entregan a los padres y madres que vienen a registrar a sus hijos; a los niños de la calle; a las leproserías (en la de Nacopa, cerca de Quelimane, se hará una entrega en breve).
Al momento de la entrega, miembros de la Comunidad de Sant’ Egidio hacen una labor de capacitación, enseñando a los destinatarios cómo usarlas correctamente, así como medidas de precaución para evitar el contagio. En las últimas semanas, Sant’Egidio está dedicando un esfuerzo significativo a crear conciencia sobre las medidas para defenderse del virus, especialmente en las periferias.
Se trata de una gesto cultural importante: es necesario cambiar los hábitos, los estilos de vida, luchar contra las “fake news” que circulan peligrosamente y, a menudo, contra las creencias ancestrales. Hace falta difundir conocimientos científicos básicos para proteger la vida de muchos.