ABC 7/7/2013. Lampedusa, el drama de los inmigrantes que verá el papa Francisco
El papa Francisco visita este lunes la isla italiana de Lampedusa, puerta de Europa para miles de inmigrantes africanos que sueñan con una vida mejor, pero también cementerio de aquellos que mueren en el camino.
Lampedusa es sin duda una de las joyas del Mediterráneo con sus playas salvajes y sus aguas cristalinas que atraen a los turistas de todo el mundo, pero este paraíso convive todo el año con el infierno que viven los inmigrantes africanos que llegan a sus costas.
La isla se encuentra a 205 kilómetros al sur de Sicilia, a sólo 113 kilómetros de las costas africanas, tres o cuatro días de navegación para cualquier barcaza, pero no todas llegan.
Según los datos recientemente publicados por la Comunidad de Sant’Egidio, desde 1990 hasta principios de año han perdido la vida 8.000 personas cruzando el Canal de Sicilia, con el escalofriante dato de 2.770 muertos en 2011, cuando debido al conflicto en Libia cerca de 60.000 personas emprendieron la travesía en un intento de llegar a Italia.
Uno de estos últimos dramas ha sido el que ha conmovido al papa Francisco, quien decidió su viaje a la isla para rezar por la muerte de los inmigrantes después de que el pasado junio siete norteafricanos murieran ahogados tras pasar horas agarrados a las nasas para la pesca de atunes donde les habían abandonado.
Este lunes, el papa argentino se embarcará para arrojar al mar una corona de flores en memoria de los inmigrantes que han perdido la vida en el mar desde la Cala Pisana, el lugar donde se encuentra el cementerio de la localidad y las decenas de tumbas sin nombres de los cuerpos que devuelve el mar.
La alcaldesa de la isla, Giusi Nicolini, envió el pasado febrero una carta a la Unión Europea pidiendo ayuda bajo el título: «¿Cuán grande tiene que ser el cementerio de mi isla?».
«Ya me han entregado (desde mayo) 21 cadáveres de personas que se ahogaron intentando llegar a Lampedusa. Es algo insoportable para mí y un enorme peso de dolor para la isla. El ayuntamiento no tiene más espacio para enterrarles. No logro entender cómo esta tragedia puede seguir siendo considerada algo normal», escribía en su carta Nicolini.
«Y lo más doloroso es que el número de muertos en nuestras aguas es impresionantemente superior al de los cuerpos que devuelve el mar. Estoy indignada ante la dejadez que ha contagiado a todos, escandalizada por el silencio de Europa», agregaba la alcaldesa.
En el cementerio de Cala Pisana las tumbas de los inmigrantes no tienen nombre ni nacionalidad, el ayuntamiento ha colocado una simple foto del mar en el que perdieron la vida y en la que está escrita su supuesta edad, si eran hombres, mujeres o niños, su origen africano y la fecha en la que su cuerpo fue encontrado.
A los que llegan a esta isla de apenas 20 kilómetros cuadrados, hacinados en barcazas de pocos metros, tampoco les espera un futuro mejor.
En junio llegaron a Lampedusa 2.670 inmigrantes que se suman a los 4.300 que desembarcaron en la isla durante los primeros cinco meses del año y que han desbordado en ocasiones el centro de acogida de la isla con capacidad para 300 personas.
El buen tiempo de las últimas semanas ha provocado una nueva oleada de estos viajes de la esperanza y, por ejemplo, el 18 de junio el centro alojaba a 840 indocumentados, con las consecuentes carencias de espacio e higiene.
En este centro, criticado duramente por la asociaciones humanitarias y por organismos europeos y de Naciones Unidas, los inmigrantes permanecen semanas y meses en espera de ser conducidos a otros centros donde esperan que se procese su petición de asilo o en la mayoría de los casos su expulsión.
La ONG Unimondo pone como ejemplo que de los 2.233 inmigrantes de los que han estudiado su caso, la mitad han sido repatriados y sólo a 61 de ellos se les ha reconocido el derecho a la protección internacional.
La mayoría desaparece de los centros sin dejar huella, sobre todo al cumplirse el máximo de 18 meses que pueden estar retenidos.
Que la visita sirva para «convertir la isla situada en el centro del Mediterráneo en un espacio pacífico de acogida y no en un muro de expulsión egoísta es el objetivo que Sant’Egidio indica a todos los europeos de buena voluntad», escribió el presidente de la llamada ONU de Trastevere con ocasión del viaje del papa Francisco.
Para el ministro italiano del Interior, Angelino Alfano, es necesario que la Unión Europea empiece a considerar Lampedusa «no sólo una frontera italiana sino una frontera europea».