Bujumbura (Burundi) – Recogida de medicamentos y visitas médicas: una red de solidaridad para proporcionar asistencia médica a los ancianos
Desde 2009 la Comunidad de Sant’Egidio de Bujumbura visita regularmente a unos sesenta ancianos de la Maison Sainte-Elisabeth, la única casa de reposo del país. A través de gestos simples, como la visita, la conversación, los paseos por la ciudad, compartir momentos de fiesta –por ejemplo, con la comida de Navidad– aquellos ancianos han recuperado la alegría y la esperanza de vivir.
Pero el centro sufre graves carencias en términos de asistencia sanitaria y de disponibilidad farmacéutica.
Por dicho motivo, desde 2011, la Comunidad ha propuesto a varios médicos que visiten a los ancianos a título gratuito. De ahí nació una red de solidaridad que garantiza que los invitados de la residencia tengan un control semanal. Todavía había que pensar en los medicamentos. Sant’Egidio se dirigió a los farmacéuticos de la ciudad y también lanzó una campaña de sensibilización a través de las redes sociales . Los resultados han sido muy positivos, y han revelado el deseo de mucha gente de contrastar la necesidad de los más desafortunados: los medicamentos recogidos han permitido abrir una pequeña farmacia dentro de la residencia.
Los ancianos acogieron con alegría gestos de atención de sus amigos más jóvenes. Uno de ellos, Bernard, dio las gracias diciendo: «Ya erais médicos del corazón, y ahora soy también médicos del cuerpo».
Pero el sueño que tiene la Comunidad es más grande. Todos los servicios de Sant’Egidio se caracterizan por una tensión al mismo tiempo utópica y pragmática. Pragmática porque las distintas iniciativas se miden con las necesidades inmediatas de los pobres e intentan encontrar soluciones pequeñas y concretas. Y utópica porque cada acción lleva en su interior la ambición de contribuir a desencadenar energías de bien más grandes.
¡Son muchos más, los ancianos que esperan que les curen! En Burundi los tratamientos médicos fundamentales están garantizados y son gratuitos para las mujeres embarazadas y los niños hasta los cinco años, pero no para la tercera edad. Y puesto que la mayoría de los ancianos vive en condiciones de pobreza extrema, a menudo quien no puede contar con la ayuda de un hijo debe renunciar a una visita médica o a un fármaco. Por otra parte también es grave el problema higiénico. La mayoría de las viviendas de Burundi no tienen agua corriente y cuando uno logra procurarse agua por su cuenta, y no tiene a nadie que lo haga en su lugar, ahorra hasta la última gota. Eso tiene consecuencias en la higiene: a menudo los ancianos tienen parasitosis y enfermedades de la piel.
Por eso la Comunidad quiere llevar a cabo una obra de sensibilización de la sociedad civil, y la recogida de fármacos es solo un primer paso. El objetivo es sugerir y promover, con la ayuda de otras asociaciones, normas legislativas de defensa de los ancianos, de manera que no se margine o se penalice una franja de edad que será cada vez más consistente en África.