Este Domingo 14 de noviembre, la Iglesia celebra la V Jornada Mundial de los Pobres, una invitacion a comprender que los pobres son un camino de evangelización que nos permite redescubrir al Padre.
Momentos inolvidables de convivencia, amistad y fraternidad con amigos de la calle, ancianos y amigos que acompañamo no solo en las dificultades de la vida, sino también en los momentos de cultura y esparcimiento que todos nos merecemos.
En sociedades maduras, con tantos recursos económicos y humanos, es un escándalo que tantas personas vivan e incluso mueran en la calle. La situación de las personas sin hogar nos plantea una pregunta como sociedad y como ciudadanía, explica Carlos Trujillo, responsable del servicio amigos de la calle de la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid.
En el último año hemos repartido más de 300.000 cenas a personas sin hogar y ayudas alimentarias a más de 1,500 familias en dificultad, un compromiso de no abandonar a quienes más sufren por la crisis económica derivada de la pandemia, un compromiso para ser «Hermanos Todos» y construir Iglesia, desde los últimos.
Así fue la eucaristía en memoria de las personas fallecidas en la calle, en condiciones de abandono y soledad. Mons. José Cobo, obispo auxiliar de Madrid llamó a leer los tiempos a partir de los últimos, los invisibles, las «Modestas» de nuestro tiempo.
Vidas que se entregan a los demás, en pandemia, con temperaturas extremas, en las camas de los hospitales, o en las celdas de los presos y en tantos otros sitios de dolor. «Rostros de mirar samaritano» que retrata Carlos González García en el último número de la revista Ecclesia y que recoge el testimonio de la Comunidad de Sant’Egidio durante la pandemia y en la reciente borrasca Filomena y la ola de frío.
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