Día Mundial de los Refugiados| Morir de esperanza
Cerca de 80 millones de personas en el mundo tuvieron que abandonar sus hogares debido a los conflictos, la persecución y la violencia difusa, según datos de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Se trata de una cifra récord que se incrementa año tras año, principalmente debido a las guerras y la pobreza.
Dejan sus hogares, a sus familias con la esperanza de encontrar una vida mejor. Mujeres, hombres, jóvenes y muchos niños no acompañados se embarcan en peligrosas travesías por el Mediterráneo, rutas terrestres y fronteras hostiles.
No son una estadística, no son simples refugiados (porque muchos no encuentran refugio) y tampoco son «un problema». Son personas con un nombre y una historia, como la de la pequeña «Grace» una bebé de pocos meses cuyo cuerpo fue encontrado en las costas de Libia. Ella viajaba, junto a otras 12 personas, en una barca que se dirigía a Italia y que naufragó en la costa de Túnez. Otros 9 niños como Tayeb, Elías, Blondín, Faisal, Taure o Tareq de Siria, Afganistán,Irak, Togo, Camerún y Pakistán, se ahogaron al volcar la barca en la que viajaban junto con otros 140 migrantes en las costas de Grecia y Turquía en este último año.
Un total de 2,400 personas han muerto entre junio de 2019 a la fecha intentando llegar a Europa. La Comunidad de Sant’Egidio las recuerda con sus nombres y sus historias en la celebración «Morir de Esperanza», cuyo video compartimos a continuaciíon. Este año, la Oración «Morir de Esperanza» se realizó el 18 de junio en la Basílica de Santa María de Trastévere en Roma.
La Oración fue organizada junto con la Asociación Centro Astalli, Cáritas Italiana, la Fundación Migrantes, la Federación de Iglesias Evangélicas de Italia, el SIMN – Scalabrini Migration International Network, las ACLI, la Asociación Comunidad Papa Juan XXIII y la ACSE. Fue presidida por el secretario general de la Conferencia Episcopal Italiana, monseñor Stefano Russo.