Goma (República Democrática del Congo) – Recuerdo de Floribert Bwana Chui
Estos días las comunidades de Sant’Egidio de todo el mundo recuerdan el sexto aniversario de la muerte de Floribert Bwana Chui, hermano de la Comunidad de Goma, en el norte de Kivu, República Democrática del Congo, asesinado por haberse negado a un intento de corrupción la noche del 8 al 9 de julio de 2007.
Desde hacía algunos meses Floribert trabajaba controlando el estado de las mercancías de la OCC, la Office Congolais de Contrôle, la agencia estatal que se ocupa de evaluar la conformidad y la calidad de todas las mercancías en tránsito por Congo. El joven de 26 años se ocupaba de destruir las partidas de productos alimenticios en mal estado que intentaban pasar por la frontera. Era un trabajo delicado y sometido a presión.
Cuando, a finales de junio-inicios de julio de 2007, su oficina intercepta alimentos en mal estado y decreta su destrucción, el agente empieza a recibir ofertas de corrupción y luego amenazas para que deje pasar aquellos productos nocivos para la salud de la población. Pero Floribert, que había crecido con la Iglesia de Goma y la Comunidad de Sant’Egidio en la Escuela del Evangelio, está convencido de que la ley de Dios debe respetarse aún a costa de la propia vida y no cede, resiste, y lleva a cabo su cometido.
Hace justo seis años, el 2 de julio, se produce un hecho importante. Floribert llama por teléfono a sor Jeanne-Cécile, amiga suya desde hacía tiempo y médico del hospital de Goma: «Floribert me ha llamado al móvil. Era urgente, decía, tenía que hablar conmigo fuera como fuera, acababan de amenazarle. Me preguntó: ‘¿Es peligroso autorizar la comercialización de productos alimenticios ya caducados?’ Le contesté que sí, porque el deterioro de los alimentos desencadena reacciones químicas que pueden ser perjudiciales para el organismo humano. Entonces le pregunté que se explicara mejor. ¿De qué estaba hablando? Entonces me dijo que habían intentado sobornarle para que no destruyera alimentos caducados, y que le habían ofrecido primero 1.000 dólares, luego más, hasta 3.000. Pero él los había rechazado, porque como cristiano no podía aceptar poner en peligro la vida de tanta gente. Añadió: ‘El dinero desaparecerá pronto. Pero ¿qué será de las personas que consuman esos productos?’. Continuó: ‘¿Vivo en Cristo o no? ¿Vivo por Cristo o no? Por eso no puedo aceptar. Es mejor morir que aceptar ese dinero’. Así terminó».
Floribert fue asesinado por decir «no» a una práctica probablemente consolidada, porque hacer peligrar un engranaje bien engrasado que garantizaba beneficios fáciles y rápidos a muchos sujetos, empresarios y otros. Habiendo resistido tanto a las propuestas de soborno como a las amenazas, y tras haberse transformado en un auténtico desafío al poder del dinero y de la violencia, se decidió eliminarlo para poder volver a gestionar sin problemas los lucrativos tráficos de siempre.
El joven supo conservar su libertad en una situación extremamente difícil. El suyo fue un modo fuerte de vivir la vida cristiana. La fe, escuchar el Evangelio, el amor por la justicia, se tradujeron en fuerza en su historia. Una fuerza que se comunica, anima a resistir, abre a la confianza en un mundo mejor, menos esclavo del dinero, más libre, más justo, más humano.
En esta perspectiva, la Comunidad de Sant’Egidio decidió dar el nombre de Floribert tanto a la escuela que abrió en Mugunba, cerca de Goma, para los menores de aquel campo de refugiados, como al centro DREAM inaugurado en Kinshasa, en el barrio de Bibwa. Son lugares de atención y tratamiento para los más débiles y los más necesitados, espacios de gratuidad en un contexto caracterizado por servicios educativos y sanitarios escasos y de pago. La escuela de Mugunba y el centro de salud de Bibwa representan muy bien el trabajo y el sacrificio de Floribert, y destacan como imágenes de un Congo distinto y mejor, el Congo que el joven funcionario de aduanas había soñado.