Manifiesto por la Paz, Roma 1 de Octubre 2013
LLAMAMIENTO DE PAZ
Hombres y mujeres de religiones diferentes nos hemos reunido en Roma invitados por la Comunidad de Sant’Egidio.
Lo hemos hecho en un tiempo en el que el mundo parece que ha dejado de soñar con un futuro mejor. La crisis económica nos ha empobrecido a todos. No es solo pobreza económica, sino también de ideas, de esperanzas y de sueños. Es resignación ante la historia: a las guerras y a la violencia.
Hace falta la valentía de la esperanza. La esperanza permite ver lo que todavía no se ve. Las religiones conocen su secreto, que viven millones de creyentes. El pesimismo y la resignación terminan por reforzar el mal. Hace falta la valentía de la esperanza. Sentimos que este es un tiempo oportuno para una revuelta de la esperanza, que empiece por nosotros mismos.
Queremos que los jóvenes crezcan en la escuela de la paz. Pongamos fin a la cultura del enemigo que impide ver en el otro una riqueza para uno mismo. Ser fieles a nuestras raíces religiosas no nos aleja, sino que nos lleva al otro.
Con la fuerza de nuestras religiones, declaramos nuestro compromiso por la paz. Decimos a todo el mundo: nadie puede utilizar la religión para la violencia. Solemnemente rechazamos el terrorismo religioso: utilizar el nombre de Dios para asesinar es una blasfemia. El terrorismo religioso niega de raíz la religión.
La historia nos ha enseñado que del odio nace odio. La guerra llama a la guerra. ¡Demasiados conflictos se han dejado gangrenar! ¡No puede quedar desatendido el grito de dolor de tantas víctimas! La guerra se vence solo con la paz. Un movimiento mundial por la paz: ¡eso es lo que hace falta! ¡No hay nada imposible si nos dirigimos a Dios en la oración! No hay nada imposible si practicamos el diálogo. Oración y diálogo crecen o mueren juntos. Nosotros, hombres y mujeres de religiones diferentes, desde Roma, queremos comprometernos a hacer crecer este gran movimiento por la paz.
Roma, 1 de octubre de 2013