Manuela Pérez: «La opción preferencial por los pobres forma parte de nuestro carisma»

La fiesta de Pentecostés, que marca el inicio de la Iglesia, es también una invitación a vivir el tiempo de la misión, salir a las calles y las periferias para encontrar a los últimos, los descartados, los más humildes. La invitación «Laicos por vocación llamados a la misión» es precisamente el lema escogido por la Iglesia para el Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar, celebrado en la fiesta de Pentecostés este Domingo 19 de mayo.

En una entrevista publicada hoy en el portal de la Archidiócesis de Madrid, Manuela Pérez, una de las responsables de la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid explica que desde sus inicios, la Comunidad de Sant’Egidio ha querido responder a tantas necesidades humanas que hemos conocido cuando salimos a las calles de nuestras ciudades y nos encontramos con nuestros hermanos. Por ello, asegura Manuela Pérez, nuestro carisma y misión es la escucha y el anuncio del Evangelio, la opción preferencial por los pobres y el trabajo por la paz».

A continuación reproducimos el texto íntegro de la entrevista:

Con el lema Laicos por vocación, llamados a la misión, este domingo, 19 de mayo, la Iglesia ha celebrado la solemnidad de Pentecostés, Día de la Acción Católica y Apostolado Seglar. La Comunidad de Sant’Egidio en Madrid es uno de los movimientos presentes en nuestra diócesis. Del mismo hablamos con su responsable, Manuela Pérez. «La Comunidad de Sant’ Egidio es un movimiento de laicos de la Iglesia Católica que nace en Roma en 1968. Desde sus comienzos, la comunidad ha querido vivir y poner en práctica lo que escuchamos en el evangelio de Lucas: tener la misericordia, como el buen samaritano; y a continuación, en el pasaje de Marta y María, elegir estar a los pies de Jesús y escuchar su Palabra. Por ello, nuestro carisma y misión es la escucha y el anuncio del Evangelio, la opción preferencial por los pobres y el trabajo por la paz».

Llegados a Madrid en 1988, Manuela Pérez asegura que «desde el inicio hemos querido dar respuesta a tantas necesidades humanas que hemos sido conociendo. En la actualidad, tenemos tres escuelas de la Paz: una en el barrio de Pan Bendito, otra en Lavapiés y una tercera en el barrio de Malasaña. En esas escuelas de La Paz ayudamos a niños y a familias en dificultad». Además, prosigue, «desde hace ya más de 25 años, hacemos un servicio que llamamos ‘Los amigos de la calle’. Son aquellas personas que duermen por las calles o viven en situaciones de mucha pobreza. Y nosotros nos acercamos a ellos para llevarles alimentos, ropa de abrigo, un poco de amistad y una cercanía. Salimos dos veces por semana a recorrer las calles de nuestra ciudad, y estamos repartiendo unas 1200 cenas».

«Hace unos meses -apunta-, hemos comenzado con un comedor en nuestra nueva Casa Fratelli Tuti. También tenemos una escuela de lengua y cultura española para todos aquellos que llegan de países no hispanos, y donde la acogida es primordial para iniciar una verdadera inclusión en nuestro país. Y un servicio con familias en situaciones muy vulnerables a través del cual, cada semana, les proporcionamos alimentos además de darles una orientación ante tantas dificultades que tienen en su vida cotidiana».

Sin embargo, reconoce que «un momento muy especial para nosotros es el día de Navidad, ya que el 25 de diciembre compartimos con más de 1.000 personas y celebramos con una grandísima comida la llegada de Jesús que viene lleno de esperanza y de luz para todos».

«En la actualidad -indica- la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid está compuesta por unas 300 personas. Y el compromiso de cada miembro de la misma nace de la escucha del Evangelio, de vivir juntos la fraternidad, la misericordia hacia los que más sufren, y de crear unos lazos de amistad y familiaridad». Un movimiento, el de la Comunidad de Sant’ Egidio, que «se reúne fielmente en la iglesia de las Maravillas, en la plaza del 2 de mayo, los miércoles, jueves y viernes, a las 8 de la tarde, en la oración común; y el domingo en la Eucaristía, a las 7 de la tarde», concluye.

Artículo originalmente publicado en la web de la Archidiócesis de Madrid. (Infomadrid/ M.D.Gamazo)

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