Presidente de la Comunidad de Sant’Egidio
Entrevista a Marco Impagliazzo [extracto]
DARÍO MENOR (ROMA) | Marco Impagliazzo es el presidente de la Comunidad de Sant’Egidio, el movimiento laico que organizó el encuentro de oración por la paz celebrado en Asís, del 18 al 20 de septiembre, en conmemoración de la cumbre presidida por Juan Pablo II en esta misma ciudad del centro de Italia hace 30 años. “Las religiones tienen en su interior una energía de paz”, dice este profesor universitario de 54 años, advirtiendo que los líderes religiosos son la voz “de quien sufre por la guerra y por la violencia”.
PREGUNTA.- ¿Qué valoración hace del pasado encuentro en Asís?
RESPUESTA.- Positiva. No ha sido solo una conmemoración del 30º aniversario, pues se ha verificado cómo el ‘espíritu de Asís’ ha caminado y volado mucho en diversas partes del mundo. Ha crecido en el trabajo por la paz y la defensa del medioambiente y de los pobres. Las comunidades religiosas tienen en su interior una energía de paz que quieren poner a disposición de la gente.
P.- ¿Cómo explicaría qué es el ‘espíritu de Asís’?
R.- Es un espíritu de diálogo entre las religiones y a nivel humanístico con los no creyentes, hombres y mujeres de buena voluntad. Un diálogo para unir fuerzas en el camino de la paz, superar la autorreferencia de las religiones y ponerse a la escucha del mundo y, sobre todo, de las personas que sufren la guerra, la violencia y el terrorismo. Es, por tanto, un espíritu de diálogo que no excluye a nadie en el camino por la paz. Luego, para los creyentes, además del diálogo está la oración por la paz. Quiere decir, por tanto, diálogo y oración.
P.- ¿Resulta difícil el diálogo con el islam por su falta de una voz única?
R.- Como otras religiones, el islam tiene muchas voces más allá de la gran división entre suníes y chiíes, que pesa mucho, como vemos en Irak, Yemen o Siria. Hay divisiones profundas, también las escuelas teológicas son diversas. Por eso invitamos a 28 líderes musulmanes a Asís: hay que intentar englobar toda la diversidad y pedir unidad en torno a la paz. Nosotros no hacemos un diálogo teológico, sino un diálogo por la paz.
Menos ambigüedad
P.- El Papa no habla del terrorismo islámico y recuerda, en cambio, que todas las religiones han tenido episodios violentos en su historia. ¿Le parece una forma adecuada de afrontar el yihadismo?
R.- Sí, porque culpabilizar a una religión es un error. Las responsabilidades son siempre personales. Lo que pedimos a los líderes musulmanes es que tengan más valentía a la hora de denunciar un terrorismo que se hace fuerte con una pseudorreligión. Los terroristas no conocen los libros sagrados o los manipulan. Las escuelas teológicas musulmanas tienen dificultades con las interpretaciones erróneas del islam. Es correcta la postura del Papa, que ha pedido siempre a los musulmanes más valentía a la hora de denunciar la violencia y el terrorismo. Hay que salir de una cierta ambigüedad de algunos respecto a estos temas para ser mucho más netos y claros.
P.- Detrás del islamismo radical está casi siempre el wahabismo, la corriente fundamentalista más severa de esta religión. ¿Se puede dialogar con los wahabíes?
R.- Nuestra tarea es trabajar por la paz y pedir al mayor número de musulmanes posible que se unan a este camino. Debatir sobre las distintas líneas teológicas del islam no es nuestra tarea, sino la de los teólogos musulmanes. En cualquier caso, el ‘espíritu de Asís’ está siempre muy atento para elegir interlocutores que puedan representar al pueblo musulmán que quiere la paz. Ellos mismos deben hacer un trabajo dentro de su religión para vencer esta ambigüedad.
P.- El Papa dijo en Asís que “solo la paz es santa, no la guerra”. Retomaba así el mensaje del patriarca Bartolomé I…
R.- Sí, el patriarca ecuménico de Constantinopla dijo que toda guerra de religión es una guerra a la religión. Nosotros encontramos entre estos líderes un gran impulso por la paz, pues sus palabras no llegan solo a los cristianos, sino que son escuchadas por todo el mundo. El Papa es un líder religioso mundial porque sus palabras llegan también a los musulmanes, hinduistas o budistas.
P.- En Asís faltaba algún representante del Patriarcado de Moscú. ¿Qué ocurrió?
R.- No hubo ninguno, aunque sí que estuvieron presentes en ceremonias anteriores. Probablemente, la presencia del patriarca ecuménico… No sabemos explicar bien esta ausencia. En los mismos días se estaba celebrando en Chieti la Comisión mixta católico-ortodoxa, que se encuentra cada dos años, para trabajar en los temas teológicos. El Patriarcado de Moscú estaba representado allí al máximo nivel con el metropolita Hilarión. No creo que haya problemas con la Iglesia católica, sino que tal vez sean las consecuencias de los problemas del Concilio Panortodoxo del pasado junio en Creta.
P.- ¿Es difícil llevarse bien a la vez con Bartolomé y con el patriarca ruso Kiril?
R.- Todos son amigos del ‘espíritu de Asís’. Las más grandes dificultades las hemos tenido, no obstante, en la relación entre judíos y musulmanes. Eran dificultades que parecían imposibles de superar en el pasado, pues pesaba mucho la cuestión palestina.
P.- ¿Qué fuerza tiene la oración como instrumento para alcanzar la paz?
R.- La oración está en el corazón de este encuentro. No hay ningún sincretismo, cada uno reza en un lugar separado. Cada uno tiene sus libros sagrados, su modo de rezar y su tradición religiosa. El ‘espíritu de Asís’ no ha sido nunca sincrético. El tiempo de la oración es el más alto: en el encuentro se habla mucho, hay mesas redondas, momentos de convivencia en los que se dialoga… Pero la oración es el acto más alto, es el momento de la meditación y la oración para pedirle a Dios la paz.
P.- El encuentro tuvo lugar precisamente cuando saltaba por los aires la tregua en Siria. ¿Hubo preocupación por lo que está ocurriendo en este país?
R.- La situación es muy complicada. Hoy tenemos una fuerza de presión, que es la de la opinión pública: debemos gritar nuestro deseo y voluntad de paz. Por desgracia, las potencias que combaten no han escuchado el grito de los pueblos que piden la paz para Siria. Hay una responsabilidad, no una impotencia.
Refugiados en Asís
Especialmente significativo resultó que en el encuentro participaran varios refugiados, en concreto 25: diez de ellos están acogidos por la propia Comunidad de Sant’Egidio gracias a los corredores humanitarios, otros diez cuentan con el apoyo de las familias franciscanas y el resto, de la diócesis. “La mesa donde almorzó el Papa –explica Impagliazzo– era para 24 personas. Estuvo con todos los líderes religiosos y con una mujer refugiada, mientras que en las mesas de alrededor del Santo Padre solo había refugiados. No eran una presencia simbólica, sino real”. Una presencia de refugiados en Asís que, en su opinión, tuvo también otro significado: “Los líderes religiosos no son líderes de comunidades cerradas, sino la voz de quien sufre por la guerra y por la violencia”.
Publicado en el número 3.005 de Vida Nueva. Ver sumario