Mercedes y Charo, «nuestras intercesoras en el cielo». Rostros de la pandemia que arremetió contra los ancianos
Vuelve el culto a las Iglesias, vuelven los feligreses, los saludos y la alegría del reencuentro. Pero también se siente la ausencia de amigos y amigas que ya no volverán. Un virus hasta hace poco desconocido acabó con sus vidas durante una pandemia que se ha cebado con ancianas como nuestras amigas Mercedes y Charo, a quienes nunca olvidaremos
Mercedes y Charo eran dos hermanas que vivían en una residencia de ancianos muy cercana a la Iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas, encomendada desde hace algunos años a la Comunidad de Sant’Egidio.
«Desde el primer momento que llegamos hicimos una buena amistad con ellas», recuerda Tíscar Espigares, responsable de Sant’Egidio en Madrid en entrevista con el Semanario Alfa y Omega. «Empezaron a venir con nosotros a la Eucaristía los domingos, a nuestras fiestas, a cumpleaños. Se creó una amistad muy entrañable entre nosotros».
Hace años, Mercedes era voluntaria de Cáritas en Lavapiés y allí ayudó a muchos adictos a las drogas, «por eso tenía mucha sintonía con todo lo que hacemos con nuestros amigos de la calle», asegura Espigares.
«Rezaban mucho por las personas sin hogar y eran muy sensibles a sus historias. Las ayudaban mucho y a mí, de vez en cuando, me daban dinero para los pobres.
Era dinero de su pensión, no era mucho, pero era un detalle muy grande, como el óbolo de la viuda», desvela.
Las dos mujeres estaban «siempre juntas, con muchísimo humor. Decían que lo mejor que les había pasado en esta última parte de su vida era habernos conocido.
Para ellas nosotros éramos de su familia, y ellas para nosotros también».
Se fueron en mitad de la pandemia. Primero Mercedes y luego Charo. «La tristeza tuvo mucho que ver», piensa Espigares, que considera que «hemos perdido a dos grandes amigas, pero hemos ganado a dos grandes intercesoras en el cielo. No las vamos a olvidar nunca».
El dolor por todos los que se fueron ha dado paso a una profunda reflexión sobre las circunstancias en que pasaron sus últimos días. Y en el caso de los ancianos, los datos muestran que el mayor número de muertes se han dado en las residencias de mayores.
Ante esta preocupante situación, que se repite también en otros países europeos, la Comunidad de Sant’Egidio está impulsando el llamamiento Europeo «Sin Ancianos no hay Futuro», que se pronuncia en contra de una «sanidad selectiva» en la cual se priman unas vidas por encima de otras y además insta a reafirmar los principios de igualdad de tratamiento y derecho universal de asistencia sanitaria, a superar la institucionalización de los ancianos y la cultura del descarte.
Noticia publicada con información del Semanario Alfa y Omega, como parte del artículo «Los que faltan en el banco de al lado».