Mil jóvenes europeos piden en Berlín «una amistad global para un futuro de paz»
Berlín se convirtió en la capital de la paz durante el encuentro «Global Friendship» del movimiento Jóvenes por la Paz de la Comunidad de Sant’Egidio al que asistieron más de mil jóvenes de 13 países europeos, un centenar de ellos procedentes de Ucrania.
En un mundo marcado por la violencia, la división, los discursos de odio y la polarización, la juventud europea convirtió la paz en su bandera. Paz, paix, pace, peace, pokój, спокій (paz en ucraniano) pedían a gritos, pero también lo hacían con música, cantando y bailando pegadizas canciones que invitaban a sembrar la paz en nuestras realidades cotidianas.
El encuentro internacional que cada año organiza el movimiento Jóvenes por la Paz de la Comunidad de Sant’Egidio en una ciudad europea, se realizó del 27 al 29 de agosto en Berlín, una ciudad que hace 35 años protagonizó la caída del muro que había dividido a Alemania, un ejemplo del poder del cambio pacífico y símbolo de esperanza para el futuro.
Los participantes, entre los que se encontraba un grupo de Jóvenes por la Paz de nuestra ciudad de Madrid, escucharon las vivencias de otros jóvenes de países en guerra que dieron voz a las esperanzas de paz de toda una generación y compartieron sus propias experiencias de solidaridad trabajando en las periferias con niños desfavorecidos, ayudando a personas sin hogar, acompañando a ancianos solos, y participando en vacaciones solidarias en campos de refugiados en Grecia y Chipre.
“Haber convertido la paz en bandera y también una lucha diaria es una novedad en el mundo de hoy, marcado por la lógica imperante de la guerra que solo lleva a la muerte, afirmó Marco Impagliazzo presidente de la Comunidad de Sant’Egidio, durante la asamblea central del encuentro, al que asistieron más de mil jóvenes procedentes de más de 13 países europeos, reunidos bajo el lema «Una amistad global para un futuro de paz».
Este mensaje resonó fuertemente entre los participantes, especialmente entre el centenar de jóvenes ucranianos que llegaron desde localidades gravemente afectadas por la guerra como Kiev, Leópolis, Jarkov, Ivano-Frankivsk. Estos chavales que viven en primera persona los horrores de la guerra, compartieron sus experiencias de solidaridad en su país, ayudando a los desplazados y a aquellos que sufren a causa del conflicto. Su testimonio recuerda que la paz no es solo una meta, sino una acción diaria que todos podemos llevar a cabo, incluso en medio de las circunstancias más difíciles.
Durante estos dos días, los jóvenes también dialogaron sobre temas clave de nuestro tiempo como la ecología, las migraciones, la pobreza, concluyendo en la urgencia de crear una cultura de paz y solidaridad.
Uno de los momentos más emotivos fue el memorial en la Puerta de Brandemburgo por las víctimas sinti y roma asesinadas por los nazis, en el que los jóvenes renovaron su compromiso de luchar contra todas las formas de racismo y violencia.
«Unas guerras se libran con armas, pero también están las más pequeñas, las de cada día, que parecen normales y que hacen pensar que la única manera de ganar es ofender, gritar, increpar a los demás. Pero nosotros sabemos que no se puede dar lo peor a los demás. A los demás, empezando por los pobres, debemos darles lo mejor de nosotros”, concluyó Impagliazzo.
El movimiento ‘Jóvenes por la Paz’ de la Comunidad de Sant’Egidio, presente en 70 países del mundo, lleva décadas sembrando semillas de paz a través de la educación, la solidaridad y el diálogo, construyendo puentes donde antes había muros, y demostrando que, incluso en los tiempos más violentos, la amistad puede convertirse en una gran victoria.
