«Morir de Esperanza» en Madrid: Eucaristía en Recuerdo de quienes mueren buscando futuro
Coincidiendo con la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado 2020, la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid recordó los nombres y las historias de quienes año tras año pierden la vida en peligrosos viajes huyendo de la guerra, la persecución y la pobreza, cuya situación se ve agravada a causa de la pandemia mundial COVID-19.
Son verdaderos buscadores de esperanza, que mueren sin encontrarla, como el pequeño Aylan Kurdi de Siria, Yaguiné y Fodé de Guinea Conarkry, la pequeña Grace de pocos meses, cuyo cuerpo apareció el 16 de julio de 2020 en la costa de Libia o como Dinh Binh y Huy Hung, de 15 años que mueron congelados, junto a otros 36 vietnamitas, en un camión frigorífico en Londres, víctimas de la trata de personas.
Desde 1990 hasta hoy 40.939 personas han muerto y desaparecido intentando alcanzar el continente europeo y 2.500 desde junio de 2019 a la fecha fallecieron en el Mediterráneo, en el Atlántico y en peligrosas rutas terrestres en busca de refugio en una Europa de puertas y consciencias cerradas. ¡No son cifras, son vidas que no podemos olvidar, porque Dios no les olvida!
Por eso, en medio de una pandemia mundial que ha hecho que el drama de la migración pase a un segundo plano, sus nombres y sus historias fueron hoy los verdaderos protagonistas de la Eucaristía Morir de Esperanza», presidida por el obispo auxiliar de Madrid, Mons. José Cobo y acompañada con los cantos africanos del Coro de la Asociación Karibu, que nos acercaron a la realidad de África, de donde proceden gran cantidad de los migrantes y desplazados que buscan llegar a Europa.
Durante la homilía, Mons. José Cobo indicó que «ningún cristiano está completo si no aprende a reconocer a Jesús en todos los que emprenden un camino de huida, porque Jesucristo es también un migrante. «Ninguna comunidad cristiana está completa si no reconoce el grito de los casi 40 mil muertos desde 1990».
La Eucaristía «Morir de Esperanza», que cada año celebra la Comunidad de Sant’Egidio en muchas ciudades europeas, busca poner nombre propio y rostros concretos al drama de la migración y de sus causas profundas, para promover una cultura de acogida, solidaridad e integración ante la narrativa del miedo y la exclusión. Recemos y trabajemos para que nadie más tenga que Morir de Esperanza.
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