Sant’Egidio: 56 años cambiando el mundo desde la oración, los pobres y la paz
Un día como hoy de 1968 un grupo de jóvenes del Liceo Virgilio de Roma, liderados por Andrea Riccardi se reunían por primera vez en un edificio ruinoso del barrio romano de Trastevere con la convicción de que el mundo puede cambiar a partir del Evangelio. La primera comunidad cristiana de los Hechos de los Apóstoles y San Francisco de Asís fueron sus primeros referentes.
Estos jóvenes de Trastevere presentían un cambio de época, respiraban aires de cambio con el fuerte movimiento pacifista de finales de los sesenta y la esperanza reformista del Concilio Vaticano II. Sintieron la vocación de vivir el Evangelio desde la periferia de la ciudad, en lo que el propio Riccardi denomina «la otra Roma».
Empezaron dando clases de apoyo es escolar a los niños de las chabolas en el barrio de Primavalle, y así nacieron las «Escuelas Populares», hoy conocidas como las «Escuelas de la Paz», presentes en muchas de ciudades del mundo, también en nuestra ciudad de Madrid.
En Primavalle y Trastevere conocieron la realidad de los ancianos abandonados, la pobreza de quienes viven en los márgenes, de personas que sentían que no importaban a nadie. Precisamente con ellos, la Comunidad de Sant’Egidio fundó una gran familia.
De la intuición de este reducido grupo de jóvenes que soñaban con cambiar el mundo a partir del Evangelio y que invitaron a otros jóvenes que a su vez contagiaron de ilusión a muchas más personas, la Comunidad de Sant’Egidio es hoy una familia sin fronteras que vive en más de 70 países. Esta familia fue creciendo con los años y hoy somos más de 70.000 personas en Europa, Asia, África y América, comunidades unidas por un mismo espíritu sustentado en tres grandes pilares: oración, pobres y paz.
La primera obra: la oración
La Oración antecede a cada servicio de la Comunidad de Sant’Egidio. Antes de recorrer las calles del mundo, se pone la Palabra de Dios en el centro como una lámpara que ilumina nuestros pasos. En la Oración ponemos ante el Señor tantas situaciones de dolor que queremos curar: el abandono de las personas sin hogar y los ancianos, la situación de los migrantes que «mueren de esperanza» intentando llegar al mundo rico, la angustia de los condenados a muerte y una Oración insistente por todos los países golpeados por la guerra.
La Palabra de Dios transforma el corazón de quien reza y ofrece nuevas energías y respuestas audaces para ayudar a cargar tantas cruces de nuestro mundo.
Amigos de los pobres
Personas que viven por la calle, migrantes que no son acogidos, familias que luchan por llegar a fin de mes, ancianos solos, niños de los barrios más pobres, personas que buscan un sentido a sus vidas. Todos ellos forman parte de la familia de la Comunidad de Sant’Egidio, que se acerca a sus vidas y a sus mundos desde el encuentro personal y la amistad y no desde una relación de asistente-asistido.
Esta amistad personal es una ventana para conocer realidades que nos plantean preguntas como la dureza de la vida de las personas sin hogar de donde surge el servicio «amigos de la calle», o de las personas mayores sacadas de sus casas y llevadas a las residencias donde pierden todo apetito por la vida, de donde nace el servicio a los ancianos.
También conocimos el mundo de los migrantes que se juegan la vida en peligrosos viajes para alcanzar un futuro, de donde nació la iniciativa de los corredores humanitarios, que han logrado traer de forma segura a Europa e integrar a más de 6 mil personas en los últimos años. Estos son algunos ejemplos de «heridas» y preguntas para las que buscamos respuestas audaces y creativas, desde un conocimiento de primera mano de la realidad a través de una amistad personal.
El trabajo por la paz
A partir de su trabajo en las periferias del mundo la Comunidad de Sant’Egidio ha comprendido que la guerra es la madre de todas las pobrezas y que la violencia y la división destruye futuro, porque siempre deja los países peor de lo que estaban.
De la convicción de que la paz es un bien precioso que hay que proteger, allí donde está amenazada, nace el trabajo por la paz de la Comunidad, que dio sus primeros pasos en el escenario internacional a principios de los años ochenta, primero en Mozambique, donde una guerra civil había provocado un millón de muertos, y luego en todo el continente africano, en los Balcanes y en América Latina. En la actualidad, el trabajo por la paz de la Comunidad no tiene fronteras.
Para Sant’Egidio trabajar por la paz es una responsabilidad de los cristianos, forma parte de un servicio más amplio en favor de la reconciliación y la fraternidad que se concreta, entre otros, en el trabajo ecuménico y en el diálogo interreligioso según el conocido como “Espíritu de Asís”.
En Madrid, la Comunidad está presente desde 1988, cuando también un grupo de jóvenes universitarios acogieron el llamado a cambiar las vidas de los niños de los niños de Pan Bendito y empezaron las Escuelas de la Paz.
Hoy Sant’Egidio en Madrid también trabaja con las personas sin hogar, a quienes llamamos cariñosamente «amigos de la calle», mantiene tres escuelas de educación para la Paz en Pan Bendito, Lavapiés y Malasaña y acoge a familias en necesidad a través de acompañamiento y apoyo alimentario. Tiene su sede en la Iglesia Nuestra Señora de las Maravillas en el barrio de Malasaña, donde el «pueblo de Sant’Egidio se reúne para rezar antes de cada servicio y pedir por las tantas cruces que golpean nuestro mundo y a los necesitados de nuestra ciudad.
Conoce más:
El reportaje, titulado «Sant’Egidio puente de paz en Madrid» del Programa Pueblo de Dios de Televisión Española, explica la historia de la Comunidad, su espiritualidad, la escucha y puesta en práctica del Evangelio, así como el trabajo por los pobres y la paz a lo largo de estas más de cinco décadas.