Sant’Egidio en Uganda: «Todos a la escuela para aprender la paz» (Vatican Insider, 25/11/2015)

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Desde los ex-niños soldado hasta los menores del campo para refugiados: un reportaje sobre la «School of Peace» de Nyumanzi

ROSA SARRACINI
NYUMANZI (UGANDA)

Un gran evento. Aquí lo dicen todos: «El día más bonito del año». Porque, como dice Papa Francisco, «Dar a los niños un pupitre es el regalo más bello que puedan dar». Lo hemos visto esta mañana en este pedazo de tierra ugandesa en el que viven, bajo las tiendas, miles de prófugos de Sudán del Sur: todos hacen fiesta alrededor de la «School of Peace» de la Comunidad de Sant’Egidio. Han venido el obispo de Arua, mons. Sabino Odoki, los pastores protestantes y todas las autoridades del campo. Finalmente ahora hay una escuela de verdad, una construcción, después de meses de clases al aire libre. Y, al lado, habrá un nuevo pozo, más precioso que el oro en esta región en donde el termometro llega fácilmente a marcar 40 grados a la sombra.

El compromiso de Sant’Egidio nació hace muchos años, cuando los que estaban en necesidades eran otros pequeños, los ex niños-soldado que fueron salvados de la guerrilla desencadenada por la Lord’s Resistance Army, que tantas víctimas causó en el norte de Uganda;  invitarlos a la «Escuela de la Paz» no fue solo volver a darles los años que les habían robado para instruirse. También quiso decir educar a la paz con muchos, nuevos, hermanos mayores de la Comunidad. La misma que ahora está se está ocupando de los pequeños de Nyumanzi.

En este campo para refugiados, bajo grandes tiendas blancas, viven 30 mil personas actualmente, que se vieron obligadas a abandonar sus casas en Sudán del Sur a finales de 2013, cuando los enfrentamientos étnicos entre los dinka y los núer arrojaron al caos al estado más joven del mundo. Como otros campos para refugiados africanos, hay sobre todo niños y mujeres: los menores de 17 años son el 64% de la población.

Por ello, la primera respuesta de la Comunidad de Sant’Egidio, presente en la cercana ciudad de Adjumani, fue la construcción de una escuela. Un proyecto que fue tomando forma poco a poco con la colaboración de la diócesis de Arua. Las lecciones comenzaron en marzo de 2014, antes de que existieran las aulas, con clases bajo la sobra de los grandes árboles de la zona. Inmediatamente, la iniciativa fue muy bien recibida entre las familias del campo de refugiados, pero también recibió el aporte de un buen número de voluntarios africanos y europeos y la ayuda de personas y organizaciones internacionales, como el UNICEF, que la sostiene por «las garantías de cualidad y sostenibilidad que ofrece».

Recientemente, la «Escuela de la Paz» obtuvo también el reconocimiento el Ministerio de Educación de Uganda, por lo que podrá dar diplomas válidos a sus alumnos. Y ahora también es frecuentada por algunos chicos de Uganda, es decir que no son prófugos, que viven en una aldea cercana. Como el pequeño Jackson, que le dice a todos orgullosamente: «Camino 5 kilómetros de ida y otros 5 de regreso por la pista roja para ir a la escuela de Nyumanzi. Cuando acaba el día estoy cansado, pero contento porque aquí se aprende». Las madres del campo de refugiados pensaron en los uniformes: son sencillos, con un logo y la frase «The School of Peace». Es el nombre de la escuela, pero también su programa: la instrucción y la educación a la paz y a la convivencia representan, efectivamente, la mejor garantía para el futuro, tanto para Sudán del Sur como para Uganda. Y, finalmente, ahora no solo hay lecciones, sino que se trata de una escuela verdadera, con muros y ventanas.

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