«También entre los pucheros anda el Señor». Así preparamos «Una Navidad para Todos». Reportaje de El Debate

Hay una marmita humeante, como las del rancho de los colegios, en la cocina de la casa de Olivar, en Lavapiés. En su interior, un potaje de verduras y pasta borbotea emanando un aroma suave y apetecible. A los mandos del cucharón, Eva, miembro de la comunidad de Sant´EgidioPablo, un joven universitario, está al lado, llenando los termos dirección Tribunal. Por el lugar van pasando, diligentes, alegres, cantando villancicos, haciendo bromas, las postulantes de las franciscanas misioneras de la Madre del Divino Pastor, que han venido a echar una mano en las jornadas previas a Navidad. Mientras tanto, en la calle,la furgoneta de la comunidad aguarda en la puerta para ir a repartir, una noche más, alimentos a los más vulnerables. 

Desde que Andrea Riccardi fundase en 1968 la comunidad de Sant´Egidio, poco tiempo después de finalizar el Concilio Vaticano II, cuando París ardía reclamando los derechos y libertades de aquella época en la que las guillotinas afilaban las ideas, miles de voluntarios de 70 países llevan más  de 50 años abonando el terreno al Papa Francisco en aquello de frecuentar «las periferias existenciales», donde la marginación y la miseria se van dando la réplica con la esperanza y un mensaje de salvación que no caduca, por muy fuerte que suene el trapeo. Se trata de hombres y mujeres, unidos por el lazo de fraternidad que entrevera la escucha del Evangelio, que salen a las calles a encontrarse con «sus amigos», tal y como dicen en Sant´Egidio. 

«Tuve hambre y me distéis de comer»

«Estos días se multiplican los mensajes de alegría, pero tiene que haber un motivo para que tenga sentido», cuenta la responsable de la comunidad en Madrid. «Para nosotros la alegría es saber que hay Alguien que te quiere, que hay otros que se preocupan por ti y que alguien prepara un banquete en estos días tan especiales para ti», nos dice Espigares. «Vincular Mateo 25 con la Navidad es muy pertinente. Aquello de »tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me distéis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis«. Esa es la historia de la Navidad. Que todo el mundo se pone en camino para adorar a un Niño en pañales, para obsequiarle. Todos tenemos que ponernos en movimiento para ver a Jesús. ¿Dónde me lo encuentro hoy? En la calle. Ahí está el portal de belén de este año 2021». 

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