«Una liturgia del nombre» para no olvidar a quienes mueren por la dureza de la vida en la calle

Junto a Modesta Valenti, la anciana que hace cuatro décadas ninguna ambulancia quiso socorrer porque estaba sucia, hoy recordamos a Joaquín-El Piraña, Lukas, José, Romualda, Francisco José y tantas personas sin hogar que han muerto por la dureza de vivir en la calle.

Con un lleno total en la Iglesia Nuestra Señora de las Maravillas, se celebró la Eucaristía en «Recuerdo de Modesta» para no olvidar los nombres y las historias de nuestros «amigos de la calle» que, como Modesta, han fallecido en nuestra ciudad, víctimas del frío, la enfermedad o los ataques, pero también de la indiferencia, la apatía y el descarte.

Esta emotiva liturgia, en la que participaron muchos de nuestros «amigos de la calle», estuvo presidida por el Obispo Auxiliar de Madrid, José Cobo, quien en su homilía recordó que delante de Jesús toda persona tiene futuro, nadie es descartado, anónimo ni invisible.

En ese desierto en el que muchas veces convertimos nuestras ciudades–en referencia al Evangelio de la tentación de Jesús en el desierto– se normaliza la indiferencia y el descarte, «ignorándonos unos a otros y convirtiendo a nuestros vecinos en invisibles», advierte.

«Hoy Jesús pronuncia los nombres de nuestros hermanos en medio del desierto y dice al mundo que la indiferencia no tiene la última palabra, que el desierto puede atravesarse y convertirse en el jardín de la Pascua».

Este es el tiempo y este es el momento, añade Cobo, «para atravesar los desiertos e ir hacia la promesa de Dios, su Pascua». Jesús hizo de aquel desierto un jardín. «Dios quiere que nos hagamos más humanos».

Por su parte, la responsable de la Comunidad de Sant’Egidio, Tíscar Espigares destacó que «esta celebración es como «una liturgia del nombre» para decir que «estos amigos nuestros no han muerto del todo porque siguen vivos en nuestro corazón, gracias a una amistad más fuerte que el olvido».

«Nuestra amistad con los amigos de la calle se alimenta de compartir el pan de la tierra, como hacemos en nuestros servicios por las calles de Madrid, pero también el pan del cielo, como estamos compartiendo hoy esta Eucaristía»

Desde el trágico suceso de la muerte de Modesta Valenti, que hace 40 años marcó profundamente la amistad de la Comunidad de Sant’Egidio con las personas sin hogar, esta memoria de los nombres, historias y vidas de quienes mueren en la dificultad y soledad, se celebra todos los años en Madrid y muchas ciudades de Europa. Este recuerdo nos anima a seguir trabajando y sumando corazones para construir entre todos una ciudad y un mundo más fraterno y acogedor para quienes viven en los márgenes.

Después de la Eucaristía, compartimos también «el pan de la tierra» en un sentido almuerzo y convivencia con muchos «amigos y amigas» de la calle y personas con las que compartimos los servicios de la Comunidad de repartos de alimentos y amistad por las calles de Madrid.

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