«Volver a llevar a la Iglesia al mundo: este es el desafío de Francisco». Entrevista a Andrea Riccardi
Conversación con Andrea Riccardi, ministro de Cooperación internacional e Integración y fundador de la Comunidad de Sant’Egidio (LIMES 1 de abril de 2013)
LIMES ¿Cuáles son los principales desafíos que la Iglesia del papa Francisco tiene ante sí?
RICCARDI En primer lugar, la que plantea la globalización. La Iglesia vive en un mundo global y ella misma es una realidad global. No obstante, la globalidad de la Iglesia no es la misma que la del mundo que la rodea. El modelo de religiosidad que prevalece hoy, típico de la globalización, es el individualista, fuertemente vinculado a la especificidad del individuo creyente. Vice versa, la Iglesia católica se presenta como una realidad «imperial», comunitaria, que refleja la idea conciliar del «pueblo de Dios». En definitiva, le falta la ligereza que caracteriza el producto espiritual que ofrece el mercado de las religiones; no tiene, por otra parte, el calor de las aisladas comunidades neoevangélicas o pentecostales. Es más, según cómo, está marcada por el senil gris de Europa, en palabras de David Turoldo. Además, no tiene la fuerza política del islam.
Así pues, la gran pregunta que se cierne sobre la Iglesia del tercer milenio es: ¿se trata de una realidad anacrónica? Y si es así, ¿dicho anacronismo la convierte en algo arcaico o más bien en profética? Es decir, ¿la convierte en una institución que ya no está en sintonía con nuestro tiempo, o bien un universo que puede recuperar «proféticamente» una dimensión comunitaria que todavía es enormemente necesaria?
LIMES Ratzinger tenía una idea de la Iglesia como de minoría «creativa», por decirlo en sus palabras, que debía proponerse como paradigma del mundo. ¿Ha funcionado ese esquema?
RICCARDI Benedicto XVI, como el gran teólogo que es, tenía varias ideas de la Iglesia. Entre ellas estaba la aceptación de una situación minoritaria que, no obstante, no era vivida necesariamente como un límite. Al contrario, el problema fundamental que Ratzinger se había planteado era el de cómo vivir la minoría, transformándola de debilidad en factor de eficacia. De ahí la idea de «minoría creativa», que es capaz de cambiar el mundo. Es una idea recurrente en la historiografía occidental y que Ratzinger toma directamente de san Benito, que, no por casualidad, la lanza en Subiaco. El problema, no obstante, es la creatividad. ¿La situación de minoría es suficiente para hacer que la Iglesia sea creativa? Una vez más ¿su anacronismo es síntoma de agotamiento del impulso propulsivo y propositivo, o bien una visión a largo plazo que sabe anticiparse a los tiempos? A ese respecto Benedicto XVI nos deja un gran magisterio teológico y espiritual; no obstante, en la opinión pública, si no en la vida de los fieles, la imagen de la Iglesia se ha ido oscureciendo.
LIMES ¿Algunos ejemplos?
RICCARDI Uno por encima de todos: la curia romana. Esta curia, estoy seguro, no es peor que otras que la han precedido. Aun así, paga una evidente pérdida de prestigio. Parecen lejanos los tiempos del cardenal Roger Etchegaray, cuya estatura hoy parece inigualable. Y también la hemorragia de fieles. A este propósito es clarísimo el caso de Brasil, donde en los últimos treinta años la Iglesia católica ha perdido unos 25 millones de seguidores. Históricamente la situación de la Iglesia nunca ha sido la de potencia triunfante, ni siquiera en la época de la cristiandad. Igualmente, siempre ha sido una situación agónica, de lucha. Sin embargo, hoy, esta Iglesia belicosa ha sido sustituida por otra más gris, enrocada en sus posiciones de defensa. Pablo VI decía que si la Iglesia tiene conciencia de sí misma, se hace misionera: pero eso implica una relación dinámica con la realidad, mientras que la imagen que proyecta la Iglesia en esta época es la de un ente más bien estático.
LIMES Tal vez el problema consiste precisamente en presentarse como minoría entre las minorías, lo que comporta la necesidad de mezclarse con el mundo que se pretende evangelizar, absorbiendo sus costumbres y sus rasgos culturales. ¿Es esa tal vez la novedad de Francisco respecto a sus predecesores, para los que la inculturación era en gran parte sinónimo de desnaturalización de la Iglesia?
RICCARDI En primer lugar hay que aclarar el concepto de minoría. En algunos contextos concretos, la Iglesia es claramente minoritaria: así es en Libia, Marruecos, Irak e incluso Tierra Santa. Pero la Iglesia no es minoritaria en todas partes del mismo modo. En algunos contextos es incluso cuestionable que lo sea. A ese respecto, habría que evitar aplicar una lógica excesivamente sociológica al recuento de los católicos. Analicemos el caso de Italia: aquí los practicantes son verosímilmente minoría, pero la cultura católica está difusa. Cuando Benedicto XVI renunció se produjo un desarraigo que afectó de algún modo a toda la sociedad, no solo a los católicos practicantes, y no solo en Italia, aunque aquí el impacto fue más evidente que en otros lugares.
Eso da muestra de que la Iglesia sigue siendo una realidad social y cultural importante en Occidente, más allá del dato puramente religioso.
LIMES Eso, sin embargo, redimensiona lo que decía antes, es decir, que la novedad del último siglo para la Iglesia consiste en encontrarse en un ambiente culturalmente adverso.
RICCARDI La adversidad fue palpable ante el comunismo y con el secularismo laico. Hoy hablaría más bien de extrañeza respecto a la cultura individualista dominante. Ahí radica tal vez el mayor peligro para la Iglesia: el peligro de perder el contacto con la realidad que hace que se cierre en ella misma, negándose al mundo. Una vez el cardenal Bergoglio me dijo que cuando la Iglesia se decanta por el muro contra muro, suele salir derrotada, porque pierde atracción.
Y eso porque habla a los aspectos más profundos de la situación humana: la fe, el dolor, la vida y la muerte. Así pues, la Iglesia –incluidas sus jerarquías- no puede permitirse ser extraña al hombre, y ese es tal vez el peligro que esconde la época actual.
LIMES En este difícil contexto, ¿hay una escala de prioridades geopolíticas? ¿Cuáles son los frentes, las áreas en las que la Iglesia debe aumentar su empeño misionero para recuperar el terreno perdido?
RICCARDI En primer lugar, el Asia oriental y en particular, China: un gran imperio secular, con enormes potencialidades demográficas, donde el cristianismo vive una situación dificilísima.
LIMES Más que al cristianismo, las dificultades parecen afectar al catolicismo, en vista de la erupción de los protestantes, que actualmente se calcula que son entre 70 y 100 millones.
RICCARDI Eso debería hacer reflexionar sobre la necesidad de hacer frente al problema de la Iglesia en China, todavía por resolver. Se trata seguramente de un problema político, teniendo en cuenta la perdurante desconfianza de Pekín hacia una confesión –el catolicismo– considerada como difícilmente doblegable a los imperativos «patrióticos». A ello se suman las divisiones entre los mismos católicos chinos. Pero también es un problema histórico, porque si China llegara a desarrollar en su interior una fuerte comunidad católica, cuando lo hiciera muy probablemente su fisionomía social quedaría fuertemente alterada.
La cuestión china es una de las grandes cuestiones no resueltas del siglo XX, que arrastra la política oriental de Casaroli y de Juan Pablo II. Aun así, no es una causa perdida: si India es realmente distinta y absorbente respecto al catolicismo, China no es un muro. Aunque débil y dividiso, el catolicismo en el país existe y resiste, y necesita apoyo pastoral y espiritual.
LIMES ¿Después de China?
RICCARDI Está América Latina. Allí, el histórico enfrentameinto con el secularismo liberal, tendencialmente anticatólico, se suma al de los cultos indígenas, después de las teologías de la liberación. Juan Pablo II respondía a las denominadas «sectas» visitando continuamente América Latina, llevando la figura del pontífice y el culto mariano. Hace ya más de un siglo, desde León XII, que la Iglesia dedica grandes energías a América Latina: hoy los católicos latinoamericanos son clase dirigene, hasta el punto de han dado expresión a un papa, pero también son comunidades de fieles.
Brasil y México son los mayores países católicos del mundo, los que marcarán la diferencia.
LIMES Pero ¿qué es exactamente un pentecostal desde el punto de vista católico? ¿Un hermano errante, o más bien un adversario?
RICCARDI Puede ser un hermano separado, al modo de las iglesias protestantes clásicas, o bien una figura sincrética, en función de dónde esté. En general es un fiel que, en la estructura institucional de la Iglesia sudamericana sacudida por la escasez de vocaciones y por la disminución de creyentes, no ha encontrado su lugar.
Es, en otras palabras, una derrota para Roma, un reproche de su déficit de acción y acogida: el hecho de que en Perú una parte el episcopado local todavía esté formado por no peruanos, debe provocar interrogantes. Asimismo, plantea interrogantes también el hecho de que en Brasil, y en las Filipinas, el mayor movimiento católico sea el pentecostal: un movimiento reciente, posconciliar, que se erige en respuesta a una Iglesia demasiado fría y lejana. Y eso nos lleva a la tercera prioridad.
LIMES ¿Que sería?
RICCARDI Los Estados Unidos. El catolicismo latinoamericano aporta recursos y energías nuevas al norteamericano: es impresionante constatar que muchos obispos estadounidenses hablen español, pues los latinos son ya una parte fundamental de los católicos de América. Además, nunca como en este conclave los obispos estadounidenses han jugado un papel político relevante. Hace un tiempo la Iglesia norteamericana era relevante sobre todo por su aportación financiera; hoy, en cambio, el arzobispo Timothy Dolan encarna el impulso propulsivo de una Iglesia nacional que está afrontando con la cabeza bien alta una inédita crisis de legitimidad y de prestigio. A posteriori, la idea de realizar un sínodo de las Américas parece genial, pues da respuesta a la creciente inextricabilidad del catolicismo norteamericano y latinoamericano. Inextricabilidad que se refleja también en la figura institucional de Francisco: un papa del Sur que, no obstante, en sede de conclave, recibió el apoyo también de la delegación estadounidense. Y ello lo convierte casi en un papa panamericano.
LIMES Siguiendo por este camino, ¿qué otro continente encontramos?
RICCARDI África. Esta África post-misionera plantea un gran problema de gobierno, también y sobre todo de gobierno de la Iglesia local. Esta tiene su límite principal en el hecho de que es una Iglesia demasiado clerical. Ya sea porque el clero es numeroso o porque este interpreta su misión de manera piramidal. La época de la descolonización dio grandes líderes católicos laicos, como Léopold Sédar Senghor y Julius Nyerere, del que, por cierto, está en curso un proceso de beatificación.
¿Cuáles son los grandes políticos africanos de hoy? ¿Por qué la Iglesia católica, que en África es la Iglesia más importante, no produce clases dirigentes?
En parte porque ha perdido el monopolio de la formación, pero en el fondo porque está excesivamente desequilibrada en su componente clerical. A ello cabe sumar el desafío que representan las Iglesias independientes, que en algunos contextos, como en el caso de Mozambique, se han abierto paso a una velocidad sorprendente. También es cómplice de la situación la dinámica demográfica: en el futuro próximo, por ejemplo, el Congo será un gran país católico.
Pero los nuevos católicos podrían ser pentecostales si Roma no sabe atraerlos. No obstante, no debemos olvidar la duración de los procesos históricos: para convertir a una persona puede bastar un mes o un día, pero el arraigo en la cultura de un continente requiere siglos. Como en el caso de América Latina, que ha necesitado quinientos años para dar un papa.
LIMES Y luego está Europa.
RICCARDI Un ámbito todavía crucial. Wojtyla y Ratzinger estaban convencidos de que si se perdía Europa se perdería también el cristianismo católico. ¿Pensará lo mismo Bergoglio? Yo creo que sí, aunque tal vez Europa no será la prioridad principal de este papa, a diferencia de sus dos predecesores. Pero no la dejará de lado.
Francisco adoptará probablemente un enfoque pastoral hacia el Viejo Continente y querrá afrontar el problema ecuménico, especialmente con la Iglesia ortodoxa.
LIMES Llegamos, pues, a la figura de Francisco. Es también un papa europeo, aunque no sea más que por sus orígenes.
RICCARDI Estos orígenes están muy vivos en él, hasta el punto de que tiene dos pasaportes (argentino e italiano) y utiliza habitualmente ambos. Y además es argentino, y Argentina es de algún modo la «extrema Europa»: Buenos Aires tiene muchos ortodoxos y la mayor comunidad judía de América Latina. Es, pues, una ciudad que tiene una raíz ecuménica propia; también por eso Bergoglio tiene muy presente el problema de la unidad de la Iglesia. Tiene una forma mentis profundamente conciliar: el diálogo y el encuentro forman un pilar de su experiencia humana y espiritual. No obstante, no lo definiría como un papa teológicamente progresista: es sin duda un hombre muy social y no tiene miedo de utilizar el término «Iglesia de los pobres», que hacía tiempo que no oía. Pero es muy distinto de Martini: aquel era un jesuita que había interiorizado aspectos espirituales e incluso liberales de la cultura occidental, mientras que Bergoglio es un jesuita pastoral-social.
LIMES ¿Cuál es el principal riesgo que corre este papado?
RICCARDI Probablemente el exceso de expectativas. Francisco subió al solio pontificio con una lista enorme de problemas por afrontar. Son muchos, fuera y dentro de la Iglesia, los que piden una reforma radical de la curia. Una vez Juan Pablo II me dijo que si hubiera dedicado todas sus energías en esta tarea, habría tenido que descuidar casi todo lo demás. Bergoglio, en vista de su edad, deberá tomar decisiones difíciles.
LIMES Así pues, ¿no habrá reformas internas?
RICCARDI No, estoy seguro de que Francisco deberá hacer algunas reformas. Pero creo también que intentará llevarlas a cabo con el pueblo y con los obispos, involucrándolos en el gobierno de la Iglesia. Eso, por otra parte, es probablemente el único modo de llevar a cabo aquellos cambios que encuentran en las altas jerarquías su principal freno.
Ahí encontramos el aspecto eminentemente político del papa «popular»; ahí está su profunda libertad, que le ha permitido cargar con un gran peso sin miedo, e incluso diría que con alegría. En ello se ve la relevancia de Roma.
LIMES ¿En qué sentido?
RICCARDI Durante toda su vida, Bergoglio hizo de sacerdote y de obispo. Lo hizo en Buenos Aires, y ahora quiere hacerlo en Roma y no lo esconde. Así podrá mantener el contacto con la realidad y con la gente, que para él es vital. Pero también afianzar el diálogo ecuménico y la dimensión misionera a un cierto centro gravitacional reconocido y reconocible. La Iglesia no puede ser una internacional abstracta, una especide de ONU de la fe. Esta institución, que quiere ser universal, debe conservar una identidad propia fundacional, y eso es lo que es la identidad que le ha dado la Iglesia de Roma. Ese era el plan de Juan Pablo II y ese es el dibujo de Francisco.